lunes, 22 de noviembre de 2010

Sinfonía citadina

Franjas multicolores cubren el cielo de este nuevo amanecer, en la copa de un árbol del parque de la ciudad hay un violinista tocando la pieza más hermosa jamás escuchada, acompañado por el ruido de unos en la esquina de una intercepción.

En la cima de un edificio solo se oye la tonada triste de un saxofón, que lleva el ritmo de las lágrimas de un músico que perdió la esperanza en el mundo y desea que su muerte llegue pronto; se escucha la voz de la madre afanosa, les grita a sus hijos porque necesita llegar a tiempo a una reunión del trabajo.

Una señora canta alabanzas al creador, elevando su voz hasta el límite, para competir contra el taladro que retumba de la construcción de la nueva tienda por departamentos de al lado; los obreros vociferando obscenidades a la bella mujer de vestido blanco que pasa frente a ellos.

Las palomas comen migajas de pan lanzadas por ancianos que en los 70s eran grandes estrellas en ascenso del rock; pero que ahora solo se conforman con seguir los acordes de los latidos de su corazón; entre cuentos de glorias pasadas, sexo y buena música se regocijan por las tardes otoño.

Una ciudad, miles de habitantes, millones de historias y un concierto interminable, que es una mezcla del ruido de autos, problemas, dinero, maquinas, personas y algunos animales; gracias ciudad por permitirme ser parte de tu sinfonía.


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