lunes, 20 de diciembre de 2010

Realidad Aumentada

Cuando era niño solía jugar con cajas de cartón imaginándome que eran aviones que surcaban los cielos, pero cuando crecí me enfrente a la odiosa realidad de que algunos menos afortunados viven las usan como casas para cubrirse de la frialdad de la noche y del calor del sol.

Aun recuerdo las tardes cuando en medio del recreo jugábamos a los policías y ladrones, en los que los buenos siempre ganan y en donde las armas solo disparaban efectos de sonido inocentes; que lastima que la versión adulta sea tan diferente, los malos ganan la mayoría de las veces y el héroe recibe una bala justo en el corazón.

Mi mama me obligaba a comer vegetales, por lo que me quejaba, desconociendo que al otro lado del mundo un niño de mi misma edad moría de hambre deseando tan solo una cucharada de esas comidas que yo sin saberlo desperdiciaba.

Cuando uno es pequeño siente temor a los fantasmas y a los monstruos; cuando somos un poco mayores nos enseñan que todo eso son fabulas y fantasía; pero la realidad es esas criaturas de terror se esconden más cerca de lo que imaginamos, ellos viven dentro de cada uno de nosotros y a veces logran escapar.

Es increíble cómo cambia nuestra forma de pensar, cuando vivimos en una realidad aumentada; aquí los planetas colisionan mientras las sonrisas se pierden poco a poco en la oscuridad y un instante se vuelve toda una vida cuando te detienes a escuchar el dulce susurro del mundo.


lunes, 13 de diciembre de 2010

Me levanto

Me levanto a pesar de que en mi cara este dibujado el desaliento que solo llega cuando se ha luchado tanto; me levanto aunque mi cuerpo me pida lo contrario, porque sé que dormir me transporta planicies dotadas de hermosura, las cuales son solo una cruel ilusión que quiere evitar que vea la dura realidad.

Me levanto porque amo la manera en que duele, cuando los rayos del astro de fuego, incendian mis pupilas. Amo como la dulce música nocturna muere ante bullicio de una ciudad que despierta a mí alrededor; que lastima que a estas horas me resulte tan repulsivo el canto de las aves.

Me levanto otro día más, pero las cicatrices de batallas pasadas susurran terrores para evitar que con valentía enfrente este nuevo día; por la ventana veo un paisaje lleno de vida, mientras que en esta habitación solo hay un panorama gris donde me espera un cigarrillo a medio fumar y un hombre vestido de blanco en la televisión predicando la palabra de Dios, pero por alguna extraña razón me parece más un farsante que un profeta.

Sí, me levanto a pesar de estos desvaríos de locura que me dicen que fuera de este cuarto solo hay pena, pero sé que quedándome aquí jamás cambiare nada; por eso cerrare mis ojos y tomare un respiro de rocío matinal para ver si me recuerda porque cada día me debo volver a levantar e intentarlo otra vez.