lunes, 4 de octubre de 2010

El Príncipe, La Cueva Y El Mar

«Que la espuma del mar borre la tristeza de los corazones de los que miran al horizonte en busca de respuestas, que en vuelo de la gaviota encontremos la benevolencia de los cielos» dijo el escritor errante; hermosa forma de comenzar el día, dedicando unas cuantas palabras a la belleza de la creación. Me siento regocijado hoy que les contaré una pequeña anécdota de mi libro, de un príncipe que surca el vasto mar buscando un misterioso tesoro que el creador deseaba mantener oculto de aquellos que por gloria lo deseaban encontrar. En el fondo de un arrecife hay una cueva con un cofre dorado, custodiado todo el tiempo por bestias gigantescas con tentáculos; él era un príncipe de tierras lejanas en una misión que consistía en lograr la prosperidad para su reino.

Su misión parecía sencilla, encontrar el cofre y tomar su contenido a cualquier costo; este príncipe era nieto de los astros, hijo de titanes y hermano de las valquirias; el solo se atreverá a descender a ese fantasmagórico lugar, donde las lanzas de luz del sol no llegan. Al llegar al lugar justo sobre la cueva, miro su reflejo en el mar intentando comprender si la imagen que veía en sus turbias aguas era la figura de un héroe capaz de lograr tan peligrosa hazaña; tomo un largo respiro y se lanzo, hasta el fondo bajo en donde las implacables bestias se dirigieron a atacarlo, pero el tenia un infalible plan que consistía en nadar entre los afilados arrecifes donde pretendía a las gigantescas bestias aprisionar; él conocía la regla del combate que reza «su delirio de grandeza será su mayor ruina».

Las bestias lo persiguen sin parar hasta quedar atrapados entre las coralinas paredes del arrecife; el vuelve a la superficie para tomar otra bocanada de aire, se sumerge rápidamente y persigue con la mirada el brillo del cofre; se acerca a lo que tanto deseaba, cuando lo abre encuentra tres tesoros: una afilada espada, una copa dorada y un libro en blanco.

Según cuenta la leyenda, aquel que encuentre el cofre solo uno de los tesoros deberá tomar; la espada de plata hará que el reino que la posea jamás sea vencido en batalla, la copa dorada tiene el poder de hacer que cualquier reino donde se encuentre goce de abundancia y el libro en blanco tiene el poder de que sus páginas jamás se terminen, ni las palabras escritas en el puedan borrarse, porque este no puede ser destruido.

El príncipe escogió la espada y regreso a su reino como un gran héroe; su padre el rey estaba tan orgulloso de su hazaña que decidió convertirlo en el nuevo gobernante. Gracias al poder de la espada sus ejércitos se volvieron invencibles parecía que no podían ser derrotados; pero al poco tiempo se dio cuenta de que la espada escondía otro poder, uno oscuro que estaba escrito en su afilada hoja «el reino del ejercito invicto en batalla, la paz jamás conocerá»; al descubrir esto el nuevo rey, reunió un grupo de los mejores hombres para ordenarles devolver la espada, matar a las bestias que protegen el cofre y traer la copa que en él se encuentra.

Con la copa en su poder el reino gozo de abundancia y prospero exuberantemente; el brillo y esplendor era digno de que el creador mismo deseara pasar el verano en su magnífico imperio; pero al poco tiempo su celestial utopía se vio corrompida por la avaricia, porque la copa al igual que la espada escondía otro poder, el poder de pervertir el corazón de los hombres; el robo, la muerte y el adulterio transformó todo en una pesadilla oscura; a tal punto que el creador decidió dejarlo en ruinas. El creador hizo que la tierra temblara sin parar durante tres días y tres noches; acabando con todo tan rápido como fue creado; los sobrevivientes lloraron y maldijeron a su nuevo gobernante porque él había corrompido sus vidas con los tesoros del cofre; saquearon los restos del reino y se empezaron a matar entre sí. El nuevo rey escapo sin devolver la mirada en dirección a su destruido reino.

Decidió volver una vez más a donde estaba el cofre; esta vez no llevo nada para devolver porque la copa se había durante la destrucción de su reino; nado una vez más hasta la cueva y esta vez tomo el libro en blanco que jamás se le borran las palabras, ni se le acaban las palabras y escribió en la primera hoja lo siguiente «Yo soy el que antes era un príncipe en una misión, el luego fui el gobernante de un reino que lleve a la ruina y ahora soy tan solo un escritor errante; aprendan que no existen soluciones mágicas para lograr la felicidad, solo la fe en el creador y nada mas»; esta anécdota que les conté me hace llorar, porque el recordarla me trae nostalgia porque es mi propia anécdota.


3 comentarios:

Ojos de Perro Azul dijo...

Cuando estamos ante oportunidades, como saber cual es la correcta? Lo importante es que el gobernante al fin aprendió la lección. Cambiar espada y copa, por un libro en blanco...para ser solo un escritor errante..

Anónimo dijo...

Me encanto!! :D

Lïßělula ® dijo...

Magnífica historia... sobre todo por el increíble mensaje que deja en cada uno de sus párrafos.

Un escrito digno de ser publicado entre las historias mas increibles del mundo.

Te felicito Yselan.