En el campo de batalla se encontraron viejos enemigos; dos grandes generales de hombres; herederos del arte sangriento de la guerra; hermanos de un mismo padre, hijos de Ares dios maldito de la destrucción y muerte.
Dos grandes ejércitos se batirán en este valle, a la luz del ardiente sol; los corazones sienten emoción, adrenalina aumenta y el miedo a la muerte se huele a distancia; pero los comandantes no muestran ninguna emoción, sus miradas están fijas en uno en el otro.
Hombre contra hombre, espada contra espada, escudo contra escudo y corazón contra corazón; la batalla la pierde aquel que subestima la habilidad de su enemigo, por eso los generales esperan el momento exacto, observando la formación del enemigo.
Las horas pasan y la tensión aumenta; los generales suben la moral haciendo sonar los tambores; se acerca el momento rojos; los generales brindan las que quizás sean las últimas palabras a sus respectivos ejércitos; Y con un grito de guerra comienza la carnicería; miles de hombres matan a sus prójimos; algunos por gloria otros dinero u por una ilusión de libertad.
Al anochecer la batalla termina; solo quedan un montón de cuerpos, sangre y sueños que jamás se cumplirán ante la mirada de los cuervos que están listos para darse un festín; de un lado del campo se celebra la victoria, mientras que del otro huyen derrotados, pero en realidad en la guerra nadie gana y tan solo queda el recuerdo de aquellos que cayeron en batalla.
Dos grandes ejércitos se batirán en este valle, a la luz del ardiente sol; los corazones sienten emoción, adrenalina aumenta y el miedo a la muerte se huele a distancia; pero los comandantes no muestran ninguna emoción, sus miradas están fijas en uno en el otro.
Hombre contra hombre, espada contra espada, escudo contra escudo y corazón contra corazón; la batalla la pierde aquel que subestima la habilidad de su enemigo, por eso los generales esperan el momento exacto, observando la formación del enemigo.
Las horas pasan y la tensión aumenta; los generales suben la moral haciendo sonar los tambores; se acerca el momento rojos; los generales brindan las que quizás sean las últimas palabras a sus respectivos ejércitos; Y con un grito de guerra comienza la carnicería; miles de hombres matan a sus prójimos; algunos por gloria otros dinero u por una ilusión de libertad.
Al anochecer la batalla termina; solo quedan un montón de cuerpos, sangre y sueños que jamás se cumplirán ante la mirada de los cuervos que están listos para darse un festín; de un lado del campo se celebra la victoria, mientras que del otro huyen derrotados, pero en realidad en la guerra nadie gana y tan solo queda el recuerdo de aquellos que cayeron en batalla.
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